Guillem Lacoma es Project Manager Lead en Verdtical, Ingeniero Técnico Agrícola, Asociado BREEAM y Experto en Eco-Innovación, paisaje y medioambiente.
1. Según tu perfil, empezaste tu formación y trayectoria profesional en el ámbito de la jardinería. ¿Cuándo y por qué te interesaste por la Bioconstrucción, o construcción sostenible, y te certificaste como Asociado BREEAM?
Después de estar más de 10 años dedicándome en exclusiva a hacer proyectos de verde urbano y paisajismo, y metido de lleno en la crisis económica, empecé a pensar en cómo podía aportar un valor distinto en mi trabajo utilizando el verde y re-pensando la forma en la que se proyectaba y construía.
A partir de aquí, indagué y colaboré con empresas que hacían cubiertas verdes, que es un claro ejemplo de uso del verde como elemento constructivo plenamente extendido y aceptado, y en el uso de materiales distintos para cultivar y construir a la vez.
Después, y gracias a un proyecto en Sardegna (Italia) con el arquitecto Fabrizio Leoni, que lleva sus obras al límite en lo que se refiere a compresión y fusión con el paisaje, me adentré en el concepto de construir CON la naturaleza, y empecé a entender cómo funcionan, o deberían funcionar, los jardines verticales: como pieles verdes que protejan al edifico.
Con esta idea, se encendió la luz para mí y encontré el sentido. Con una primera aproximación a BREEAM he podido entender cómo planificar bien el proceso constructivo y la selección cuidada de los materiales, sin tener sobrecostes, para conseguir que habitabilidad, salud y sostenibilidad ambiental cobren sentido.
2. Me gustaría indagar en los importantes beneficios de la Bioconstrucción. Por ejemplo, ¿en qué medida se reduciría el uso de materiales contaminantes y dañinos y cómo afectaría a las personas?
El principio general de la Bioconstrucción es entender que ya tenemos una vivienda (el planeta) que hay que cuidar, para que siga siendo una vivienda para generaciones futuras, sin hipotecarlas a costa de nuestro bienestar.
Para ello, hay diversas formas de actuar: desde el uso de materiales de bajo o nulo impacto ambiental (tanto en su fabricación como en su instalación, mantenimiento y desmantelación), hasta la fabricación de viviendas con materiales en curdo (esto es ya una idea más romántica y poco escalable y controlable, pero no por ello no válida).
Lo importante de construir con este criterio es ser consciente de lo que se quiere conseguir (salud para las personas y tener un bajo impacto ambiental) y cómo se quiere conseguir (con qué materiales).
Si reducimos el consumo de materiales y la huella de carbono que ha supuesto la fabricación, instalación o mantenimiento de ese material, el beneficio no es sólo personal, sino global. Puede ser un beneficio bajo, muy bajo, pero la suma de muchos (aun siendo reducidos) ya es relevante.
Creo que es un cambio de criterio que está costando que se establezca, ya que todos los cambios cuestan, pero hay que generar tendencia. Y para ello hay que ser perseverante y explicar los beneficios en todos nosotros.
3. ¿Y qué implicaría para el medioambiente que una ciudad como Madrid o Barcelona tuviese revestimientos orgánicos en casi todos sus edificios?
Las ciudades muy densas tienen un problema: la falta de espacio verde, que sirva de sumidero de CO2.
Si a esto le sumamos que hay problemas de, por ejemplo, islas de calor, poner verde en la máxima cantidad de fachadas, junto con políticas ambientales estrictas y un cuidado del verde urbano, puede ayudar a tener un espacio más cómodo para los ciudadanos. La ciudad mejora en la percepción de confort y relax.
Está claro que hay una limitación importante a nivel legal y estructural, pero que estas soluciones tengan mucha difusión ayudaría a sensibilizar y a potenciar otras políticas. Al final es una parte más de la fórmula para llegar a la solución final.
4. Desde el punto de vista económico, ¿qué nivel de ahorro energético se puede obtener en una vivienda unifamiliar sostenible? ¿Y en un edificio entero que sea ejemplo de Bioconstrucción urbana?
El ahorro energético depende de muchos factores: los tipos de cerramientos que haya previstos, el tipo de carpintería, el tipo de geometrías de la vivienda, los puentes térmicos, la orientación de la parcela y respecto a otros edificios, qué tipo de caldera para la calefacción o bomba de calor hay prevista, los aislamientos, etc.
Sería muy arriesgado dar una cifra media o concreta, porque hay que hacer un estudio y valorarlo en global, pero a veces se puede conseguir un ahorro de cerca del 30%, o incluso más. Otras veces puede ser menos.
5. Hay muchas razones por las que la Bioconstrucción es importante para las personas y el ecosistema pero, ¿por qué crees concretamente que es fundamental un cambio en el modelo de construcción? ¿Cuál es el motivo por el que todos los profesionales del sector deberían sumarse al cambio?
El modelo constructivo actual se basa más en el precio y menos en la calidad, o mejor dicho, se exige la máxima calidad al menor precio pero sin ser consciente de que para salvar las obras dando máxima calidad a un producto, muchos contratistas acaban dando un menor servicio (mala calidad en la instalación, por ejemplo) para compensar el menor precio.
Hay que hacer entender que, sea cual sea el producto, la calidad (y aquí calidad significa también durabilidad y prestaciones) ha de pagarse al precio que le corresponde.
Además, tenemos que incidir mucho en estos aspectos ya en fase de proyecto, para llegar a la fase de obra con todo decidido. Si no lo hacemos así, si no trabajamos para cambiar el modelo y no sólo en el sector de la construcción, sino en todos los sectores productivos, acabaremos por vender al menor precio. Y eso ya sabemos la consecuencia que comporta.
6. ¿Crees que la Bioconstrucción es, por tanto, el futuro? ¿Cuántos años auguras que serán necesarios para observar un cambio sustancial en nuestras ciudades?
La Bioconstrucción será parte de un conjunto de soluciones que permitirán mejorar el sector de la construcción. No será una tendencia transversal, porque hay sectores de difícil implementación (como la industria o la logística).
Sin embargo, junto con otras nuevas soluciones, como el Internet Of Things, se podrá complementar la Bioconstrucción de formas diversas.
Creo que necesitaremos unos 10-20 años para empezar a ver avances significativos.
7. Actualmente tienes una posición importante dentro de Verdtical, una de las empresas líderes en el mercado de la Bioconstrucción. ¿Qué es lo que te llamó la atención de Verdtical y por qué decidiste trabajar con ellos?
Creo que lo que más me ayudó a decidirme fue la naturalidad con la que Daniel, CEO de Verdtical, contactó conmigo (y sin conocerme: apenas teníamos referencias uno de otro a través de LinkedIn).
Daniel creyó en mí y me propuso participar en un proyecto que no sólo iba de aportar una mejora estética a un hotel, sino que significaba darle valor a la vegetación, tal como yo pensaba desde hacía tiempo que debía ser.
Posteriormente, Antonio, Pilar y Patricia, que también forman parte de Verdtical, me dieron el espacio, la libertad y, sobre todo, la confianza para sumar en proyectos que iban más allá de hacer jardines verticales.
Verdtical quiere mejorar la calidad de vida en las ciudades… y ante eso no se puede decir que no. De momento ha hecho mucho por el paisajismo en Barcelona y estoy seguro que también lo hará en muchas otras ciudades y países.
8. ¿Se puede lograr el equilibrio entre la rentabilidad y la Responsabilidad Social? ¿Cómo trabajáis para hacer rentable un proyecto que está tan basado en la responsabilidad para con el planeta?
La responsabilidad social es un compromiso, un posicionamiento respecto a varios aspectos. En nuestro caso nos obliga (y lo hacemos convencidos) a que nuestro trabajo implique el trabajo de otra gente.
Pero este trabajo mutuo ha de ser beneficioso para ambas partes. Por ejemplo, trabajamos con empresas con colectivos desfavorecidos, contratamos a centros especiales de trabajo, apostamos por proyectos con una visión parecida a la nuestra, etc. Todo esto ha de ayudar a que más gente se beneficie de algo que tiene que ser global.
9. ¿Y existe el equilibrio entre la construcción sostenible y la construcción asequible? Probablemente uno de los mayores retos que os encontréis con otros profesionales de la arquitectura y la construcción es que ven la integración vegetal como un “plus” que no puede aplicarse a todos los proyectos debido al presupuesto.
Sí, porque se suele confundir sostenible con algo sofisticado y caro, pero en realidad a veces se trata más de quitar que de añadir.
El proyecto bien pensado no tiene por qué ser caro. Hay que saber dónde invertir el dinero y dónde no. Eso significa varias cosas.
La primera, que no todo el mundo es cliente para este tipo de arquitectura/ingeniería.
La segunda, que si se piensa bien el proyecto, el presupuesto puede ser muy asequible, y conseguir integrar la naturaleza de forma eficiente: aportando o recuperando valor para el lugar donde está implantado el edificio (uno de los inputs de BREEAM, LEED y la Certificación Verde), y reduciendo la huella de carbono del edificio.
10. Desde tu experiencia diaria trabajando en el sector, ¿cuál crees que es la proyección de una empresa como Verdtical en el futuro, en cuanto a expansión y crecimiento? ¿Cuáles son las sensaciones que causan este tipo de proyectos en otros compañeros del sector y qué feedback recibís?
Para mí, Verdtical tiene algo que la diferencia de otras empresas: su objetivo no depende de un producto o servicio determinado.
La visión de Verdtical es, desde mi punto de vista, la de trasformar la forma en la que construimos para mejorar la calidad de vida de todo el mundo.
Esto hace que tu trabajo adquiera un sentido, y este tipo de visión es lo que nos permite tener un discurso global. Independientemente de quien sea el interlocutor, todo el mundo entiende que el trabajo que realizamos tiene un fin.
A veces, este fin será sólo estético y de ahorro de agua; otras, tendrá una función más climática; otras veces, de atrapar compuestos orgánicos volátiles en interiores de viviendas, etc.
Pero siempre hay un sentido en todos los proyectos. Esta forma de pensar nos limita y nos libera a la vez. Nos limita en el mercado porque no todo el mundo busca, por ejemplo, consumir menos agua, pero nos libera porque, cuando trabajamos con un cliente, nos sentimos libres de proponer nuestras mejores soluciones, y eso nos motiva a nosotros y, por supuesto, motiva al cliente.